Ya instalados en el departamento de Av. Ducos 1165, hemos disfrutado de un cómodo ambiente y una atención excepcional de Nati, su dueña. Despertamos en un hermoso día con la vista al Mar Argentino desde el balcón.
Decidimos salir a caminar por la costanera y nos encontramos con una sorpresa:
en la costa, las gaviotas habitaban y descubrimos algunos animales marinos varados en la playa.
Fue asombroso presenciar la maravilla de la bajamar y pleamar.
Tanto nos maravilló que decidimos aventurarnos entre las rocas normalmente cubiertas por el agua.
Pisar ese suelo fue un espectáculo aparte.
Durante este paseo costero, encontramos representaciones de la fauna autóctona hechas por artistas locales.
Después de explorar la terminal de colectivos en pleno centro, contratamos un Uber que nos llevó al cerro más representativo del lugar. Recorrimos un camino que nos permitió conocer parte de la ciudad y, después de unos 10 minutos, llegamos al Mirador del Cerro Chenque.
El viento en el mirador era tan fuerte que por momentos sentimos peligro de caer. Sin embargo, conseguimos sacar algunas fotos panorámicas para nuestro recuerdo.
De regreso, nos dejaron en el casco céntrico. A pesar de la resistencia de mis hijos, quienes querían descansar y conectarse tecnológicamente, recorrimos las calles principales de esta zona.
Finalmente, cuando nos sentimos cansados, ingresamos a "Chocolate's", un local gastronómico donde merendamos y disfrutamos de juegos mecánicos y digitales.
El otro momento fue la pleamar golpeando la costa de Comodoro Rivadavia, un espectáculo impresionante que nos hizo sentir minúsculos ante la inmensidad del océano Atlántico.
Nuestro segundo día en la Patagonia estuvo lleno de actividad, nuevos lugares y momentos compartidos en familia. Experimentamos mucha felicidad, sabiendo lo hermoso que es "El Viaje de Correr".
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